Hace unos meses llegué de visita
a la inauguración de la Cooperativa
Integral Cabo de Gata, en apoyo desde la homóloga granaína y catalana, de
las cuales formo parte. El grupo brillaba por su cohesión y familiaridad, el
espacio era insuperable. Lo que más me sorprendió fue la alegría y la convicción
con la que se les sentía trabajar y relacionarse. Llevaban sobre sus espaldas y
corazones un intenso trabajo de creación de este proyecto y la ilusión de ese
día marcó la experiencia de todo un verano.
El cortijo El Chavo, actual Pez
Verde, ha sido sede de numerosos eventos que forman parte de la historia de San
José, también del cooperativismo integral. En poco tiempo desde la inauguración
el 13 de mayo de 2012, el número de personas asociadas e interesadas en la cooperativa
creció hasta triplicarse, prometiendo un futuro cercano activo, creativo y con
posibilidades de desarrollo muy motivadoras.
El huerto, el gallinero, el
comedor social, los talleres monográficos, cine fórums, han dado lugar a
encuentros inolvidables y han facilitado el aprendizaje colectivo y la
expresión, la magia de la comunicación humana.
Pero pronto un cambio inesperado
situó al grupo en una difícil decisión. El cese repentino de la tienda
ecológica situada en el cortijo, con quien había un pacto de cooperación en el
espacio y las actividades, interrumpía la intensa actividad y planteaba una
difícil situación económica, exigiendo una rápida decisión de gran calibre. La
nueva situación suponía quintuplicar los gastos de la sede con un margen de
pocas semanas para tomar decisiones. La sociedad cooperativa se puso manos a la
obra para recaudar el alquiler completo, creando actividades, aportando
inversión en productos, entre otras, con la intención de conservar el espacio.
Ha sido una oportunidad para
valorar el proyecto desde su base y una prueba de nuestra capacidad de
adaptación a los cambios. Como se dice, “no hay mal que por bien no venga” y el
grupo, tras hacer una profunda valoración de la situación, ha decidido que no
es apropiado tan elevado gasto para continuar con la actividad en ese espacio.
Principalmente porque no supone una mejoría
real en la calidad de vida de las personas, por no tener capacidad de
vivienda ni un margen de tiempo razonable para generar autoempleo. Por lo
tanto, la asamblea decidió el pasado mes de enero que se embarcaba en un nuevo capítulo, basado en el respeto y la
aceptación de la situación, aprovechando otros espacios cedidos o compartidos,
liberándonos de las tensiones económicas para centrarnos en las prioridades de
nuestros objetivos comunes y mejorar la calidad de vida de todas las personas
comprometidas con el proyecto. ¡Comienza, pues, un nuevo capítulo de la CI Cabo
de Gata!
Principios y objetivos de las cooperativas integrales, (CI)
Soberanía, asamblearismo,
autogestión, empoderamiento, confianza mutua, solidaridad, son algunas de las
palabras claves que definen los movimientos cooperativistas. Arraigadas en el
decrecentismo y la necesidad de recuperar los espacios de consumo y producción
local, las CI buscan como objetivo principal fortalecer el tejido social, regenerando la dignidad de las personas
desempleadas (altamente cualificadas en nuestro país), creando oportunidades de autoempleo y abastecimiento de las necesidades
más básicas.
La organización de las CI se
estructura mediante redes locales formadas
por proyectos autónomos,
(asociaciones, cooperativas, personas autónomas, etc.) que se interrelacionan beneficiándose
mutuamente, participan comprometidas y deciden por el bien común. Por ejemplo, ante
nuestra soberanía alimentaria,
mejorando el consumo de cercanía o de km. 0, eliminando intermediarios/as y
reduciendo los costes, para permitir el trabajo digno de quienes producen y el
consumo responsable, de calidad y asequible para consumidores y consumidoras.
Para ello la figura de los/as “prosumidores/as” es una herramienta
que facilita la economía social de un grupo vinculado. Si un número determinado
de personas producimos para una comunidad y nos comprometemos a consumir en
ella, tenemos la oportunidad de crear una fuente de riqueza con autonomía
propia.
Las dificultades son oportunidades para sacar de nosotras mismas lo que
a veces desconocemos que tenemos, como la imaginación y la creatividad. Habilidades
y recursos personales y colectivos que tenemos algo adormecidos y son necesarios
desempolvar. La cooperación emerge como una actitud personal y un acuerdo
social para la convivencia e incluso supervivencia, ante las situaciones que
afrontamos actualmente. Cierto es que, ante situaciones de estrés, la capacidad
creativa y la intuición se encuentran cegadas por el árbol que no deja ver el
bosque, por lo que gran parte del trabajo en las CI es fortalecerse ante los
conflictos y resolverlos de forma colectiva. Este nuevo capítulo es, en todo
caso, un paso más en el proceso que
reafirma y afianza tanto los principios como los objetivos de la CI Cabo de
Gata.
El grupo continúa, aún con más
entusiasmo y afirmación, su camino de desarrollo enredándose en la amalgama de
colectivos que emergen y caminan por la provincia, fusionando ideas,
compartiendo recursos y creando vínculos que mejoren nuestra calidad de vida.
Entre ellos podemos nombrar grupos de consumo como El Tirabeke o la Comunidad de Intercambio del Bajo Andarax con la moneda social La Pita, herramientas
colectivas que facilitan nuestra transición a un mundo mejor.
La oportunidad de este proceso es
fortalecer nuestra capacidad de consenso
para avanzar en colectivo, reafirmando y
revisando nuestros objetivos comunes,
dando espacio a todas las personas y propuestas con equidad y responsabilidad,
siguiendo los principios asamblearios y de confianza mutua.
La decisión de desapegarnos del
espacio y de una inversión económica importante, ha supuesto todo un acto de
reflexión y entrenamiento de nuestra capacidad de resiliencia, que desemboca en el fortalecimiento de nuestras estructuras y favorece nuestra cohesión. Aprender de los errores y
rectificar es un método resiliente.
Pero ¿Qué es la resiliencia?
La palabra resiliencia se refiere
a la capacidad de las personas, los grupos y las comunidades para enfrentarse,
sobreponerse y salir transformados ante las adversidades.
Qué hace una persona resiliente:
·
Sentir que controla su vida
·
Saber cómo fortalecer la resistencia al estrés
·
Manifestar empatía hacia las otras personas
·
Desarrollar una comunicación afectiva y
capacidades interpersonales
·
Tener sólidas habilidades para solucionar
problemas y tomar decisiones
·
Establecer metas realistas acordes con los
recursos
·
Aprender tanto del éxito como del fracaso
·
Ser compasivo
·
Llevar una vida responsable con valores sensatos
·
Sentirse especial (no egocéntrico) compartiendo este
sentimiento con las demás personas.
La importancia del humor
Es necesario entender el humor
como el equilibrio o el estado de madurez entre la euforia y la depresión. Una
persona con sentido del humor es una persona equilibrada, que se permite
construir sus relaciones y sus vínculos desde la relativización de todo, de
todos los problemas. El humor nos sitúa en la encrucijada entre la confianza en
la vida y la incongruencia. El papel del humor es más importante y más profundo
cuando la adversidad trastoque más el sentido de las zonas más importantes de
nuestra vida. Tener la capacidad de reírse de todo, incluso de uno mismo, es un
buen antídoto ante los golpes existenciales. Reírse nos permite reencontrar el
sentido a lo que zozobra. El humor nos permite transcender el momento concreto,
crear distancia entre el problema y la persona.
Decálogo para construir la resiliencia
1. Diagnosticar
recursos y potencialidades con el objetivo de encontrar una solución. Partir
del núcleo de aquello que funciona bien de la persona herida y de su entorno.
2. Tener
en cuenta el entorno. La resiliencia presenta una clara dimensión comunitaria, cada persona se construye y afronta sus
adversidades en el seno de una comunidad donde el apoyo social juega un papel transcendental.
3. Considerar
a la persona como una unidad.
4. Reflexionar
en términos de escoger y de dibujar
estrategias a lo largo de la vida.
5. Integrar la experiencia pasada en la
vida presente.
6. Dejar
sitio a la espontaneidad y a la creatividad. La aceptación de la persona, el descubrimiento del sentido, la
autoestima y el humor se construyen de manera no intencional.
7.
Reconocer el valor de la imperfección. El
espíritu de la resiliencia nos invita a descubrir nuevos caminos de crecimiento
entre un abanico de posibilidades. El ser humano debe construir una estrategia
existencial que integre la aceptación de
la imperfección con la voluntad de mejorar.
8.
Considerar que el fracaso no anula el
sentido. La resiliencia nos hace sensibles al hecho de que un éxito limitado,
incluso la carencia de éxito no es
sinónimo de fracaso. Hay que diferenciar éxito de sentido. Una vida rica se
teje con una mezcla de actividades que aportan un máximo de sentido para todas
las personas, con éxito o sin él. El
sentido, la motivación y el compromiso determinan la calidad de la vida.
9. Adaptar
la acción. Discernir qué es protección y
qué es riesgo en cada situación.
10. Imaginar una nueva política y economía social.
La resiliencia nos incita a establecer políticas sociales, educativas y
sanitarias, que apuesten por programas económicos y servicios que estimulen los
recursos de las personas y las comunidades, de tal manera que sean ellas mismas
las que se encarguen de su aplicación.
Mientras
tanto, el panorama del cooperativismo integral ibérico, sigue caminando, más o
menos lento, para ir más o menos lejos, pero caminando y reciclando la
indignación sumisa en pensamientos, espacios, acciones y proyectos creativos.
+ Inf. En: rebelaos.net (manual
cooperativista integral)
Fuente: “La resiliencia, crecer desde la
adversidad” Ana Forest y Jordi Grané
Plataforma editorial, 2008
“Desde esta perspectiva el
futuro no existe. Sólo será presente en la medida que lo sigamos cocreando cada día, a cada momento. Y siempre vaya
acompañado de una sonrisa como telón de fondo…”