Evolución discursiva y debates actuales.
Criticism of growth economics
Speech evolution and current debates
Yago Calbet
Universitat de Vic
yago.calbet@gmail.com
Resumen
La crítica a la economía del crecimiento ha ganado protagonismo en el contexto de
crisis actual. Este trabajo la analiza y compara los discursos de los autores más
relevantes en este ámbito desde los años setenta y hasta la actualidad. Así, las
obras claves de ocho autores son examinadas mediante seis variables que
destacan sus principales aportaciones y propuestas de desarrollo. La investigación
ha permitido entender cómo ha sido la evolución en la crítica a la economía del
crecimiento e identificar los principales debates que existen en la actualidad entre
las visiones actuales. Las conclusiones demuestran una continuidad discursiva y
una fractura teórica con diferencias más morfológicas que de esencia.
Palabras clave: economía del crecimiento, bienestar, estado estacionario, límites del
crecimiento, decrecimiento.
Abstract
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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1. Introducción
En contextos de grandes crisis salen a la luz un gran abanico de teorías críticas con
el funcionamiento del sistema económico-político y surgen también nuevos modelos
alternativos de organización y desarrollo. En realidad, dichos contextos son la
oportunidad ideal para que estas críticas ganen credibilidad y se difundan mejor
entre la población. La coyuntura actual no es una excepción a ello y por eso hoy se
hace notoria la expansión y difusión de proyectos que pretenden un cambio
sistémico para avanzar hacia una sociedad mejor.
En los últimos años, una de las críticas más recurrentes tiene que ver con la
cuestión de que el funcionamiento de las sociedades industrializadas esté basado
en el crecimiento económico. Presentadas al público, éstas críticas parecen nuevas
y rompedoras pero ¿no se dijo en el pasado algo parecido? La respuesta nos la dan
los mismos autores de hoy cuando citan teorías de pensadores anteriores.
Entonces, las críticas actuales ¿representan sólo de un recuerdo de lo que otros
dijeron ya? Esta sencilla pregunta constituye el punto de partida de la presente
investigación. Una investigación motivada por saber dónde se encuentran las raíces
de la crítica actual a la economía del crecimiento y por conocer cómo ha
evolucionado dicha crítica –si es que ha evolucionado- y cuáles son las formas que
adopta en la actualidad.
El artículo se organiza en tres apartados correspondientes a líneas básicas de
pensamiento, las cuales agrupan a autores distintos. El primero está formado por
las obras referentes de D. Meadows, F. Schumacher, Georgescu-Roegen y T.
Scitovsky. Constituye un buen punto de partida porque sus obras configuran la
primera crítica a la economía del crecimiento en un contexto de sociedades
modernas que habían experimentado el período de mayor industrialización y
crecimiento económico. Este primer grupo supone la referencia básica en la que se
comparan los dos próximos grupos.
Hay que puntualizar que si bien este primero es anterior cronológicamente a los
demás, el segundo y el tercer grupo coexisten en el tiempo ya que lo que se desea,
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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a parte de determinar la evolución del pensamiento crítico con el crecimiento, es
analizar las ramificaciones que ha adoptado en la actualidad.
El segundo grupo se sitúa en la primera década del nuevo milenio está compuesto
por los trabajos de Clive Hamilton y de Tim Jackson. Para hacer referencia a este
segundo grupo, se ha considerado adecuado hablar de la crítica actual al
crecimiento, término que define la naturaleza de los trabajos que agrupa y a la vez
permite distinguirla de la tercera línea analizada.
La tercera línea es la escuela del decrecimiento. Esta teoría se sitúa también a
principios de los años 2000 y continúa claramente la crítica el crecimiento. A
diferencia del grupo anterior, empero, esta vía va más allá de la crítica a la
persecución obsesiva del crecimiento y apuesta por la práctica del decrecimiento.
Determinar las diferencias entre esta opción y la anterior es otro de los grandes
objetivos que se persiguen. Para el estudio de este apartado se ha recurrido a los
textos de uno de los mayores difusores del decrecimiento, Serge Latouche, y al
teórico italiano Maurizio Pallante.
La forma de acercarse al pensamiento de los autores que se analizan aquí ha sido a
través de un estudio de sus obras más relevantes para poder determinar con
precisión las opiniones de cada autor sobre el tema que nos preocupa. El estudio no
ha consistido en resumir cada obra sino que se han usado seis variables:
argumentación principal, postura respeto al crecimiento, confianza en la innovación
tecno-científica, compatibilidad de sus propuestas con sistemas políticoeconómicos,
el enfoque disciplinar y las propuestas de solución. Ello ha servido de
guía para una posterior comparación entre los respectivos pensamientos.
De esta forma, a partir del estudio de cada autor se han establecido unos rasgos en
común de los grupos a los cuales pertenecen. Por ello, cada apartado muestra
primero el origen del pensamiento tratado, después los puntos en común de los
autores de tal grupo y por último las propuestas planteadas. Esta organización
permite hacer por una parte una comparación temporal entre los setenta y la
actualidad y, por la otra, una comparación entre los dos caminos que ha tomado hoy
la crítica al crecimiento.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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2. Las primeras críticas al crecimiento
2.1 El contexto
Los escritos de este primer grupo de autores, comprendidos entre los setenta y
ochenta del pasado siglo, se publicaron terminada la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, la reconstrucción industrial en Europa y los Estados Unidos dio pie a un
enorme crecimiento de económico, un aumento del Producto Interior Bruto de
muchos países y un incremento importante de la industria de bienes materiales que
propició su consumo a gran parte de los ciudadanos. Se amplió también la clase
media y así muchos trabajadores entraron a formar parte de la nueva sociedad de
consumo. Como consecuencia, el impacto sobre el medio ambiente de este
aumento de la producción creció a ritmos altísimos en forma de acumulación de
residuos, contaminación del agua y emisiones de gas carbónico.
La euforia y confianza de la nueva sociedad reconstruida después del conflicto, sin
embargo, hizo que muy pocos se cuestionaran los efectos negativos del modelo que
se estaba siguiendo. No fue pues hasta los setenta, cuando algunos autores se
opusieron abiertamente aquel modelo de sociedad centrado en una economía del
crecimiento ilimitado. Aunque desde enfoques diversos, todos ellos criticaron la
invisibilización en la economía de los límites ecológicos y el modo de vida
consumista y materialista. Más tarde, en 1973, la crisis internacional ayudó a crear
consciencia sobre la finitud de los recursos y en concreto en el que se había
convertido en el material más básico para el funcionamiento de la sociedad: el
petróleo.
En aquél context, los trabajos de Donella Meadows (Los Límites del Crecimiento,
1972), Erns Schumacher (Lo Pequeño es hermoso, 1973), Nicholas Georgescu-
Roegen (Ensayos bioeconómicos, 1971-1976) y Tibor Scitovsky (Frustraciones de
la riqueza, 1986) fueron reconocidos por formar una base sólida de la crítica al
crecimiento económico. De hecho, según el estudioso Martínez-Alier, los tres
primeros autores contribuyeron decisivamente en la formación teórica de la
economía ecológica.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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2.2 Puntos en común
La primera idea clara de este primer grupo de autores es la crítica a la teoría
económica clásica. Básicamente, se resalta el hecho que esta teoría se muestra
incapaz de reconocer algunas partes esenciales del bienestar humano como son el
medio ambiente o las relaciones sociales. En este sentido, cabe destacar el trabajo
de Tibor Scitovsky al desmentir muchas suposiciones psicológicas arraigadas en la
economía del crecimiento, como la relación positiva entre riqueza y felicidad, y el
aumento del placer ligado al aumento de la comodidad.
La misma crítica se hace extensiva al abuso de un razonamiento estrictamente
económico (como la preponderancia del PIB), el cual provoca que las sociedades se
vean abocadas a perseguir objetivos instrumentales y se olviden de satisfacer las
necesidades reales de la población. Hay que puntualizar que no existe una
oposición a que la economía solamente se ocupe de algunas esferas humanas, sino
al hecho de que no se sea consciente de ello y se le atorgue un papel excesivo en
la planificación del progreso.
La segunda característica común es la consciencia de la finitud de los recursos
naturales. Se entiende que el modelo de crecimiento ilimitado que se lleva a cabo
en las sociedades industrializadas está destinado al colapso, además de ser en
muchas ocasiones un crecimiento alejado o incluso contrario a la felicidad de las
personas. Una de las obras que más se ocupa de ello es el Informe Meadows. En
ella, se elabora modelo mundial de predicción sobre el futuro de los recursos y se
concluye que, con un seguimiento de las tendencias actuales en términos de
crecimiento y consumo en cinco factores determinados (población, industrialización,
alimentos, recursos no renovables y contaminación), se alcanzarán los límites del
planeta en solamente cien años. Cabe precisar que el valor real de Los límites del
crecimiento no está tanto en la exactitud de esas cifras científicas (a lo largo del
trabajo se reconoce que el mismo contiene información incompleta) sino en los
dilemas que plantea en base a la evolución de la sociedad opulenta, así como la
necesidad de adoptar un enfoque global.
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Por otra parte, desde el punto de vista de Schumacher el crecimiento provoca
problemas inmateriales y materiales. Por lo que respecta a los materiales, y
relacionado con la segunda crítica compartida por este grupo de autores, es
interesante resaltar lo que denominó el “problema de la producción”. Según él, al
tratar los recursos naturales como renta, nos desinteresamos por el ritmo de
consumo y por el posible agotamiento de tales recursos, sobretodo de los
combustibles fósiles. Por ello, Schumacher explica que del mismo modo
despreocuparse por el excesivo consumo del propio capital sería del todo
inadecuado en una empresa, una gestión similar en el ámbito de la producción
global no es sólo errónea sino que imposibilita su sostenimiento a lo largo del
tiempo.
El tercer y último punto de encuentro es la desconfianza respecto a la tecnología
como fuente de soluciones a largo plazo. Los autores aseguran que las mejoras en
este campo, las modas y los nuevos productos han creado nuevas necesidades que
suponen más gasto y mayor contaminación. Por ello, pese a que ninguno de ellos
se opone a la tecnología en sí, todos denuncian las consecuencias negativas que
han tenido algunos avances tecnológicos tanto para las personas como para el
medio ambiente. En consecuencia, se considera imprescindible redirigir el progreso
científico-tecnológico y avanzar hacia un cambio sistémico, de modo de producción
y de consumo y, en definitiva, en el modo de vida.
Un ejemplo que ilustra esta necesidad de cambio profundo y los límites de la
tecnología la presenta Schumacher al explicar lo que hoy se conoce como el “efecto
rebote”. Este fenómeno sucede cuando la reducción del impacto ambiental se ve
contrarrestado por el aumento del consumo de esa unidad o incluso por su mayor
uso. Más adelante, otros autores recurrirán al mismo razonamiento para justificar su
posición.
Otra de las más importantes aportaciones que sustentan esta posición escéptica
respecto a las solucionas tecnológicas es la exposición de la Ley de la Entropía (o
segundo principio de termodinámica) por parte de Georgescu-Roegen. Sabiendo
que en la naturaleza podemos encontrar la energía en forma utilizable (disponible
para las personas) e inutilizable, un sistema con un alto nivel de entropía será aquel
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que tenga un grado elevado de energía inutilizable. Roegen explica que en un
sistema cerrado como el planeta, la energía utilizable se transforma continua e
irrevocablemente en inutilizable, hasta que la primera desaparece por completo.
Para evitar el colapso al que conduce un crecimiento ilimitado pues, no bastaría con
disminuir la entropía del sistema reduciendo el consumo de recursos, sino que se
debería reducir la explotación del almacén terrestre –de fuentes agotables- y recurrir
a los flujos de radiación solar.
2.3 Propuestas compartidas
Una primera propuesta, que es bastante amplia y general, se refiere a la necesidad
de replantear el estilo de vida. Como declaró Scitovsky, “Ha llegado el momento
de que revisemos nuestro estilo de vida y determinemos cuán esencial es para la
felicidad”1. Ello pasaría por la reducción del consumo en las sociedades opulentas y
por contemplar en todas las políticas el enfoque medioambiental que prevenga el
agotamiento de los recursos y la destrucción natural.
La segunda propuesta es la reformulación de la ciencia económica, esto es,
enfocar la economía a la satisfacción de las necesidades básicas de la población y
abandonar así el ansia por el crecimiento y la industrialización.
La tercera de las propuestas es la disminución de la tendencia totalizadora de la
economía. En este caso, se trataría de acabar con la expansión de la lógica
económica y mercantil a cada vez más ámbitos de la vida pública y privada.
1 T. Scitovsky: Frustraciones de la riqueza. Fondo de Cultura Económica. México, 1986.
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3. La crítica actual al crecimiento
3.1 Surgimiento y particularidades
Las visiones que se analizan en este apartado son las de algunos autores que, pese
a pertenecer a instituciones oficiales y ser considerados parte del establishment, en
la primera década de los 2000 alzaron su voz en contra del modelo de desarrollo
que se venía llevando a cabo. Concretamente, su crítica se dirige hacia un sistema
económico y político basado exclusivamente en el crecimiento económico. Ello
supone toda una novedad ya que, en aquél contexto, sólo algunos académicos y
movimientos ecologistas se habían opuesto al crecimiento económico en las últimas
décadas.
La importancia del (re-)surgimiento de esta crítica no está sólo en que proviniera de
las altas esferas, sino que se dio antes de las peores consecuencias de la gran
recesión actual. Así, Clive Hamilton (El Fetiche del crecimiento, 2003) y Tim
Jackson (Prosperidad sin crecimiento, 2009), publicaron unas obras que ponían en
entredicho todo el supuesto bienestar que había aportado el crecimiento económico
y que sin embargo pocos se habían detenido a cuestionar.
Otra novedad que ofreció este grupo de autores respecto a anteriores es que todos
ellos hicieron un trabajo interdisciplinar. Así, mientras que en las obras tratadas en
el segundo capítulo estaban mayormente especializadas en campos concretos, las
aquí estudiadas tocan disciplinas diferentes que van desde la psicología a la
ecología, pasando por la economía y la política. Ello ayuda a ampliar el campo de
visión y construir una crítica más completa respecto al crecimiento, ya que es
cuestionado desde ámbitos muy diversos. En este mismo sentido, sus trabajos
basan su crítica no ya en investigaciones propias sino en el aglutinamiento de
distintos estudios que refuerzan su teoría de una desconexión entre el bienestar o la
prosperidad y el crecimiento económico. Esta unión de especializaciones permitió
un claro avance respecto a la crítica esgrimida en los setenta y los ochenta.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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Por último, el grupo de autores que se trata en este capítulo no constituyen, como
en el primer capítulo, una corriente de pensamiento en sí mismo. Esto añade una
dificultad terminológica al trabajo, sobretodo a la hora de comparar dicho grupo con
el del decrecimiento. Por esta razón, para hacer referencia a este segundo grupo de
autores (del que se analizan aquí los trabajos de Hamilton y Jackson) se usará el
término “la crítica actual al crecimiento”, ya que describe su finalidad y a la vez
permite distinguirlo de la corriente del decrecimiento.
3.2 Críticas compartidas
Un primer rasgo de este pensamiento, compartido con el primer grupo de autores,
es su oposición al predominio de la economía. Según esta visión, la obsesión
por el “economicismo” ha ido en detrimento de otros ámbitos igual o más
importantes como son el medio ambiente o los aspectos sociales. Este predominio
es especialmente grave porque en la teoría económica actual no se prevén los
límites ecológicos del planeta y se relaciona equivocadamente el aumento de la
riqueza con el aumento de la felicidad. En este sentido, Hamilton resume así las
conclusiones de distintos estudios discutidos en su obra:
Por encima de cierto nivel de renta nacional, los habitantes de los países
ricos no son más felices que los de los pobres; los ricos no son en ningún
país más felices que las personas con ingresos medios; y la gente no se
hace más feliz a medida que se enriquece.2
Por otra parte, también se concibe el mercado como un mecanismo ciertamente
limitado, por lo cual resulta erróneo expandir su influencia y confiarle cada vez más
actividades (como se hace en la actualidad). Es necesario puntualizar, sin embargo,
que Hamilton se opone con mucha más rotundidad que Jackson a la economía
neoliberal, impulsora de esta mercantilización.
El segundo punto común es que su crítica a la economía basada a la economía del
crecimiento no concluye en una oposición radical al crecimiento en sí. Es más,
2 C. Hamilton: El fetiche del crecimiento. Ed. Laetoli. Villatuerta, 2003.
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ambos autores comparten la necesidad que se de un crecimiento en los países del
Sur. De esta forma, aunque se reconoce que el crecimiento es ya insostenible en el
Norte, e incluso se señalen las consecuencias negativas que ha tenido más allá de
las ambientales, creen que el crecimiento económico en los países más pobres
tendría un papel positivo. En pocas palabras, no se trata de una oposición firme el
crecimiento en sí sino a la manía u obsesión por el crecimiento.
Una tercera confluencia es la crítica al PIB como indicador supremo del bienestar,
cuando a su modo de ver se trata de un indicador incompleto. Jackson lo
argumenta explicando que los niveles de ciertos derechos básicos (educación,
mortalidad infantil, esperanza de vida) aumentan a medida que lo hace el PIB per
cápita del país, pero a partir de cierto nivel de ingresos, la relación se deshace por
completo. Además, numerosos países como Cuba, Dinamarca o Estados Unidos no
muestran ninguna relación positiva entre ingresos y más derechos básicos.
Hamilton, por su parte, muestra como ejemplo alternativo al uso del PIB el Indicador
de Progreso Genuino (IPG), el cual contabiliza otros aspectos como la distribución
de los ingresos, las tareas domésticas y sociales no mercantiles, el desempleo, la
disminución de los gastos defensivos (gastos destinados a la protección de alguna
disminución del bienestar, como la seguridad armada, el gasto sanitario o la
reparación de accidentes), y además contempla negativamente la destrucción
medioambiental
Por último, esta perspectiva actual muestra cierta desconfianza en la innovación
tecnológica como fuente de soluciones al problema del crecimiento ilimitado. Así,
aunque se afirma la importancia que puedan tener avances concretos en la
reducción del impacto sobre el ambiente, se acepta que, como se afirmó ya en Los
límites del crecimiento, dichos avances tecnológicos pueden retrasar el colapso
ecológico, pero no lo evitan si no se cambia el modelo de crecimiento indefinido.
3.3 Propuestas de solución
En esta línea de pensamiento se plantean propuestas amplias y extensas, más que
proposiciones concretas. Dichas propuestas se exponen prácticamente en forma de
políticas y se resumen en cinco ámbitos. Como se verá a continuación, pocas son
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
11
las novedades ofrecidas por estos autores, ya que muchas de sus propuestas son
tan amplias que habían sido de un modo u otro, realizadas con anterioridad.
La primera se refiere a la necesaria distribución de la riqueza entre la sociedad,
ya que la igualdad se percibe como un valor por definición positivo para las
sociedades. En este aspecto, tanto Hamilton como Jackson alertan de los efectos
perjudiciales para toda la sociedad de las desigualdades entre las personas, no sólo
a nivel moral sino también en calidad de vida. Entrando en el detalle, una medida
posible sería la distribución del trabajo, de forma que la reducción de la jornada
laboral permitiese aumentar el número de empleados.
En segundo lugar, se pretende aumentar la protección del medio ambiente
ejerciendo mayor presión a las empresas y estableciendo topes en las emisiones de
gases contaminantes. La tercera propuesta hace referencia a la reducción de la
desigualdad entre países ricos y pobres. En este sentido, se apuesta por
aumentar la ayuda a los países en vías de desarrollo. El cuarto ámbito clave es el
consumo. La visión aquí analizada entiende que, para hacer frente al consumismo
desenfrenado, se debería reducir el peso del mercado y la publicidad a través de
políticas estatales.
Por último, una característica de esta perspectiva es optar por un nuevo modelo de
progreso que no esté basado sólo en el crecimiento. Hamilton propone el
eudemonismo como base de un modelo alternativo. El papel del sistema sería aquí
el de garantizar los medios para que las personas se realicen plenamente,
abandonando así el papel único de ofrecer medios para un mayor crecimiento
económico. La visión de Jackson es la de redefinir la prosperidad, escapando de las
consideraciones que equiparan la prosperidad a utilidad o a opulencia. Ello se
lograría a través de tres vías: una nueva Macroeconomía Ecológica que situara la
ciencia y la práctica económica dentro de los límites de los recursos; un
Florecimiento que permitiera trascender la lógica social del consumismo para crear
condiciones adecuadas para la realización de personas y comunidades; y una
adecuada Gobernanza, en la que los gobiernos se responsabilizaran de los
problemas sociales y no sólo del funcionamiento del mercado.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
12
En conclusión, esta “filosofía política” compartida por ambos busca la reducción de
la escala productiva, laboral y de consumo, y disminuir el protagonismo de la
racionalidad económica a favor de otras racionalidades. Así, se menciona como
modelo a alcanzar el estado estacionario que planteó Stuart Mill en el S.XIX. De
acuerdo con este modelo, se debería dar un cierto crecimiento hasta cubrir las
necesidades básicas y después mantener un ritmo productivo constante y dentro de
los límites ecológicos; trasladando, así, una mayor atención de las actividades
meramente productivas y laborales a otras más culturales, sociales y que permitan
la realización de las personas.
4. La escuela del decrecimiento
4.1 El origen
Si bien el término “decrecimiento” fue usado por primera vez en 1979 en una
traducción al francés de una obra de Georgescu-Roegen, resulta difícil establecer el
nacimiento de la teoría del decrecimiento. En cualquier caso, se puede tomar como
punto de partida los primeros escritos de Serge Latouche sobre este tema, que
datan del 2006. Fue entonces cuando apareció esta teoría rompedora con todas las
críticas hechas hasta entonces al modelo de desarrollo seguido. De alguna forma,
agrupaba muchas observaciones ya hechas, pero tenía una particularidad.
El paso dado por la teoría del decrecimiento es el de concebir el crecimiento, y
sobretodo el pensamiento “crecentista”, como algo negativo. El punto clave, de
hecho, es su rechazo a cualquier modelo que contenga una lógica de crecimiento
en su interior. El desarrollo sostenible relativizó su peso en favor del ecológico y
social y de la misma forma, el Índice de Desarrollo Humano redujo el valor de los
ingresos a una tercera parte del total3, pero ninguno abandonó por completo la
consideración positiva del crecimiento económico en el bienestar.
3 El IDH se calcula con el PIB per cápita, el nivel de educación y el nivel de salud.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
13
Si se entiende la idea del decrecimiento como la “elección de simplicidad”,
encontramos numerosos antecedentes teóricos. El primer es el de H. Thoreau, con
su filosofía de simply living. Los consejos de Gandhi también iban en la dirección de
no acumular bienes sino reducir las necesidades. Del mismo modo, el
autoabastecerse de los bienes necesarios a través del propio trabajo, como el
vestido, era una de sus prácticas de rebeldía más simbólicas. Por último la
propuesta de I. Illich de limitar los niveles de consumo y producción para acabar
con la explotación laboral y ambiental.
Es necesario puntualizar que existen corrientes diversas dentro de este
pensamiento, de manera que en cada territorio su desarrollo teórico y práctica ha
seguido caminos distintos. Un análisis más detallado requeriría seguramente un
nuevo trabajo dedicado exclusivamente a ello. Por lo tanto, este artículo cita dos de
las corrientes más importantes. Se trata de la corriente francesa y de la italiana. En
el país galo es donde más se ha desarrollado y trabajado esta teoría de la mano de
autores como Latouche, Schneider y otros. Sus influencias provienen de la ecología
política (pensadores como A. Gorz y J. Grinevald, entre otros) y de la crítica al
desarrollo hecha por autores como F. Partant y G. Rist. Al ser Serge Latouche el
autor más reconocido, se incluye en este capítulo un análisis de su trabajo.
Por otra parte, en Italia la expansión del decrecimiento se ha dado tanto en el
campo teórico como, sobretodo, en el práctico. Es importante mencionar el
Movimento per la Decrescita Felice, creado en 2007 por Maurizio Pallante, quien se
ha convertido en el pilar fundamental de su divulgación y teorización. Es por eso
que se ha escogido su libro, El decrecimiento feliz (2009), como documento de
análisis para este capítulo.
4.2 La crítica compartida
Concluir las líneas generales que caracterizan la escuela del decrecimiento no
supone una tarea demasiado fácil ya que existen diferencias entre la corriente
francesa, con importantes influencias de críticos con el desarrollo y ecologistas
políticos; y la corriente italiana, mucho más enfocada en la cotidianidad de las
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
14
personas. A pesar de ello, seguidamente se explican dos rasgos comunes que
comparten los autores estudiados (S. Latouche y M. Pallante).
Como se ha comentado anteriormente, empero, el decrecimiento no constituye sólo
una corriente teórica sino que se ha establecido en forma de movimiento social. Se
entiende, entonces, que en los trabajos teóricos se expongan menos
recomendaciones políticas y más guías prácticas de acción.
El primer punto en común es que el decrecimiento se define básicamente por
rechazar el modelo del crecimiento por dos motivos. El primero es su
insostenibilidad a largo plazo, puesto que los recursos naturales y la capacidad de
absorción de residuos del planeta son ambos limitados. En pocas palabras, se
concibe incompatible el crecimiento y el respeto al medio ambiente.
El segundo motivo para el rechazo de la sociedad del crecimiento es su
indeseabilidad: el crecimiento, no sólo ha agudizado las diferencias sociales, se ha
desarrollado a causa (y gracias a) un proceso de mercantilización que ha ido
destruyendo espacios de autonomía de las personas y pueblos, y en consecuencia
su resiliencia ha disminuido. Además, de acuerdo con ellos, tal crecimiento no ha
hecho aumentar la felicidad de las sociedades sino que su persecución irracional las
ha hecho menos felices.
Hay que puntualizar, sin embargo, que el rechazo total al crecimiento económico no
significa que el decrecimiento abogue por la reducción automática e indefinida del
PIB, ya que ello supondría entrar en la lógica contraria e igualmente irracional de la
disminución por la disminución. En otras palabras, decrecimiento abarca más cosas
que un simple “anti-crecimiento”. Así, el decrecimiento aboga por “salir del
imaginario” del crecimiento. Tal como señala Latouche
Decrecimiento es un eslogan político con implicaciones teóricas (…) que
significa abandonar radicalmente el objetivo del crecimiento por el
crecimiento, un objetivo el motor del cual no es otro que la búsqueda de
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
15
ganancias por los propietarios del capital y las consecuencias del cual
son desastrosas para el medio ambiente.4
No sin razón, a menudo se hace referencia a los autores afines no como
“decrecentistas” sino como “objetores del crecimiento”.
4.3 Propuestas políticas y prácticas
La teoría del decrecimiento aboga por abandonar el crecimiento tanto a nivel
teórico como a nivel práctico. Es esta idea la propuesta general de dicha escuela,
una idea “paraguas” engloba otros puntos que se detallan a continuación. Antes de
continuar, especificar que según el decrecimiento se debería abandonar el
crecimiento no solamente en el Norte opulento sino también en el Sur. Frente a
teorías anteriores que recomendaban cierto nivel de crecimiento en el Sur para
mejorar sus condiciones, este pensamiento alerta que sería un grave error introducir
la lógica del crecimiento en el Sur. Por eso, ve compatible (y deseable) que la salida
del modelo del crecimiento se de también en los países pobres y apuesta porque en
ellos se consiga una mejor calidad de vida potenciando la auto-producción frente a
la mercantilización y el crecimiento económico.
La primera de sus propuestas que materializan la idea general anteriormente
presenta es la cultura de la reducción o simplicidad voluntaria. Ello incluye las
prácticas de reparación, reutilización y auto-producción; en definitiva recuperar el
“saber hacer” de los pueblos. El origen de esta lógica de pensamiento y acción es
resumida de la siguiente manera por Pallante. Según explica, después de la
publicación de Los límites del crecimiento en el año 1972, el debate giró entorno a
cual debería ser la alternativa energética a los combustibles fósiles. Entonces,
surgieron dos opiniones sobre a cómo aumentar la oferta: la favorable a la energía
nuclear y la favorable a la energía solar. A pesar de que en los mass media éste
debate fue el único protagonista, en paralelo una pequeña minoría empezó a
destacar la probabilidad de que la respuesta a la escasez de recursos se resolviera
4 Se han unido dos partes de definiciones que ha dado Latouche. La primera parte está extraída de S.
Latouche: En defensa del decreixement. Tres i Quatre. Valencia, 2011 y la segunda de S. Latouche: La
scommessa della decrescita. Feltrinelli. Milano, 2006.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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disminuyendo la demanda y aumentando la eficiencia. De allí surgió tal cultura de la
simplicidad.
Un segundo pilar, estrechamente ligado al anterior, es la reducción de la escala.
Debido al proceso de globalización y como consecuencia también del desarrollo
tecnológico, la escala geográfica ha aumentado hasta abarcar casi la totalidad del
globo. El problema, según estos autores, es que el transporte rápido y barato ha
incrementado la contaminación y en el proceso de relaciones ha provocado una
creciente uniformización cultural en la que Occidente ha salido ganador. Es por eso
que desde el decrecimiento se apuesta por potenciar la cultura autóctona de cada
zona, las relaciones cercanas y la producción local. En otras palabras, fortalecer y
empoderar los actores y procesos locales frente a las tendencias globales que
tienden a uniformizar.
Por último, ambos autores lanzan propuestas para una sociedad del
decrecimiento. Las recomendaciones de Latouche se detallan en las ocho “r”,
iniciales de: reevualuar, redefinir, reestructurar, redistribuir, relocalizar, reducir,
reutilizar y reciclar. Todas ellas, potenciadas por una movilización colectiva,
permitirían acercarse a la sociedad del decrecimiento. Latouche insiste en marcar
distancia entre su propuesta respecto al estado estacionario porque entiende que
éste no se plantea salir de la lógica economicista. Asimismo, se esfuerza en
diferenciar su propuesta también del crecimiento cero esbozado en el “estado de
equilibrio” del Informe Meadows ya que, según Latouche, el “estado de equilibrio
(…) no renuncia ni al método de producción, ni al modelo de consumo, ni al estilo
de vida generado por el crecimiento anterior”5.
Pallante, por su parte, apuesta por la sobriedad y la auto-producción. Por sobriedad
se debería entender “Reducir el uso de mercancías que comportan utilidades
decrecientes e inutilidades crecientes, que generan un fuerte impacto ambiental y
causan injusticias sociales.”6
5 S. Latouche: En defensa del decreixement. Tres i Quatre. Valencia, 2011.
6 M. Pallante: La decrescita felice. La qualità della vita non depende dal PIL. Ed. Per la decrescita felice. Roma,
2009.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
17
En cuanto a la autoproducción, se refiere propiamente de construirse uno mismo los
productos necesarios y, cuando no sea posible, potenciar la donación y la
reciprocidad como vías para satisfacer las propias necesidades.
En cuanto al modelo de desarrollo, no se prevé otro que el decrecimiento. De
hecho, Latouche lo considera un modelo de post-desarrollo. Y no se trata de hecho
de un modelo específico y predeterminado: la lógica de la escala local ya presupone
que cada región puede diferenciarse en sus formas y preferencias. Lo que se quiere
decir es que cualquier propuesta sistémica deberá escapar necesariamente de la
lógica de acumulación y superar definitivamente la lógica economicista.
5. Conclusiones finales
5.1 La evolución de la crítica al crecimiento
5.1.1 Continuidad
Una vez analizadas por separado cada línea de pensamiento, es ahora momento de
tomar una perspectiva completa de dicha evolución y concluir cómo se ha
caracterizado el desarrollo de la crítica al crecimiento.
La principal idea a resaltar es que existe una continuidad en la crítica realizada.
Una continuidad que no ha sido estática, pues ha habido una innegable evolución
que, a pesar de todo, ha mantenido las bases de las críticas expuestas al principio.
En otras palabras, la senda abierta por los primeros autores de los setenta ha sido
seguida por pensadores posteriores, pero estos últimos han nutrido la teoría con
nuevas aportaciones que han ayudado a completarla y actualizarla al contexto. Hay
que señalar que la fractura actual más importante en esta crítica es la que existe
entre los críticos con el crecimiento y los partidarios del decrecimiento. La segunda
parte de las conclusiones se ocupa de ello, pero veamos ahora los puntos comunes
que sí han sostenido todos los críticos con el crecimiento.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
18
Una de las premisas que ha marcado todo el desarrollo posterior de la teoría ha
sido tomar consciencia de que los recursos del planeta son finitos y, por lo tanto, un
modelo de crecimiento continuo está destinado a chocar con los límites
naturales. Esta afirmación, demostrada científicamente en el Informe Meadows y
en los trabajos de por Georgescu-Roegen, representan sin duda uno de los pilares
base que se han mantenido en la crítica al crecimiento económico.
Otra característica que ha estado presente en la evolución de este pensamiento es
la crítica a la economía moderna y mercantilista como teoría. Ya desde los
setenta se ha insistido en los límites intrínsecos que padece la economía a la hora
de concebir el mundo en su totalidad. Por esto, ha sido una constante la oposición
al excesivo papel que tiene la economía en la gestión de cada vez más ámbitos de
la sociedad. Un segundo pilar de este pensamiento crítico es pues, la preocupación
por el “economicismo” imperante, entendido como la influencia de la lógica
económica en una número creciente de esferas.
El tercer pilar que ha marcado esta evolución es la desvinculación entre aumento
de ingresos y mayor bienestar. De una forma u otra, todos los autores han
insistido en cuestionar una de las bases en las que se asienta la idea de progreso
de las sociedades industriales: que un aumento en el bienestar procede siempre de
una mayor riqueza.
Por lo que respecta a las propuestas, es preciso decir que también ha habido un
hilo de continuidad entre los primeros pensadores y los actuales, aunque hoy el
debate entre las dos grandes corrientes se de precisamente en el campo de las
propuestas. Sin embargo, hasta estas dos corrientes comparten unos mínimos
teóricos que se establecieron en los setenta. Estos mínimos se repasan a
continuación.
Frente a las problemáticas descritas, una respuesta muy común en los setenta era
la necesidad de transformar el modo de vida para convertirlo en un estilo menos
destructivo y encaminado hacia un mayor placer más que hacia una mayor riqueza
monetaria. En este sentido, se habló ya entonces de “humanizar” la economía,
corrigiendo sus flaquezas teóricas y también de reducir la influencia de la economía
y del mercado en la vida de las personas. En último término, se apostó por la
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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reducción del consumo y el aumento de la protección del medio ambiente. Estas
demandas, más o menos desarrolladas según el autor, se formularon con las
primeras críticas al crecimiento pero hoy continúan siendo muy vigentes.
5.1.2 Nuevas aportaciones
Como se dijo anteriormente, las corrientes actuales han ampliado algunos aspectos
tanto en críticas como en propuestas. Estas novedades se deben sobretodo a la
mayor información disponible, tanto en lo que se refiere a los estudios psicológicos
que se han realizado, como en la certeza científica de estar inmersos en una crisis
ecológica en forma cambio climático y de saturación de la capacidad de
regeneración de los recursos.
Una de las ideas que se han reforzado, gracias precisamente a varios estudios
sociales, es la gran desconexión que existe entre el nivel de PIB y la felicidad de
las personas. Es por eso, y también por la mayor atención que medios de
comunicación y la clase política ha puesto en el PIB, que este argumento como
crítica al crecimiento económico ocupa mucho más espacio en la actualidad.
Otra idea en la cual se detienen mucho más hoy los autores críticos es la
desigualdad social. Convencidos de ser el crecimiento económico su gran causa y
apoyados por estudios recientes que demuestran los efectos perjudiciales de las
sociedades desiguales, la preocupación por la desigualdad social ha pasado a
ocupar un lugar destacado en el pensamiento actual.
Como consecuencia de la crítica anterior, se esboza en la actualidad una necesaria
redistribución de la riqueza. Ello resulta bastante lógico puesto que las diferencias
sociales en el mundo no han disminuido desde las primeras críticas al crecimiento y,
como argumentan los autores mismos, el propio crecimiento no ha sido la solución
sino muchas veces la causa de una mayor desigualdad.
Otra novedad tiene que ver con que, para los primeros autores, no era prioritario
determinar si sus propuestas tendrían mejor cabida en un modelo capitalista o
socialista. Así, exceptuando a Schumacher (quien apostó por un sistema mixto
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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entre los dos), la opinión general fue que la cuestión del crecimiento constituía un
problema independiente a ello. En otras palabras, que ninguno de los dos sistemas
ofrecía una solución clara para el problema del crecimiento indefinido. Los autores
actuales, en cambio, sí han prestado más atención y todos se han posicionado
respecto a la preferencia de un sistema capitalista o socialista, aunque no
siempre en la misma dirección. Ello se puede deber a que mientras los primeros se
esforzaron más en la construcción de una crítica sólida al crecimiento, los segundos
han centrado su trabajo en idear modelos de organización político-económica y, por
lo tanto, resultaba casi obligado un posicionamiento respecto a ello.
5.2 Comparación de las líneas actuales
Tal como se ha expuesto en el anterior apartado, las críticas y las propuestas
respecto al crecimiento no han variado demasiado, pero el desarrollo de este
pensamiento sí ha dado lugar a varias ramificaciones. Las dos más importantes
representan la crítica actual al crecimiento (o CAC) y el proyecto del decrecimiento.
Analizadas ya ambas corrientes, es momento de concluir cuán distintas son y
cuáles son los principales temas en los cuales discrepan. Para empezar, cabría
enumerar los cuatro debates o diferencias que existen en la actualidad entre las dos
visiones.
El primero de los debates es si hay que oponerse a la obsesión por el
crecimiento o al crecimiento en sí. En este caso, la CAC dirige su crítica contra la
manía por el crecimiento. El título de la obra y la correspondiente argumentación de
Clive Hamilton, dejan clara su oposición a tomar el crecimiento como un fetiche. En
consecuencia, para estos autores el crecimiento en sí no resulta algo negativo y,
como se ve al repasar sus propuestas, podría tener cabida en un nuevo modelo
mejorado (aunque con una influencia y una forma distinta). Ello queda implícito, por
ejemplo, al concebir los ingresos monetarios como medio necesario para mejorar la
calidad de vida en las sociedades más pobres. Por lo tanto, de acuerdo con su
visión, el problema aparece cuando se toma el crecimiento como objetivo único.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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El decrecimiento en cambio, no sólo critica la obsesión y mitificación por el
crecimiento, sino que se opone rotundamente a él. En pocas palabras, el
crecimiento no debe ocupar, según ellos, ningún lugar en un modelo ideal, sea a
nivel material como, sobretodo, a nivel del imaginario. Para los “decrecentistas” los
problemas de las sociedades pobres no se solucionan con ingresos sino con
autonomía, auto-producción y “saliendo de la economía”, eso es, abandonando los
circuitos mercantilistas como mecanismo de distribución de los recursos.
El segundo de los debates se refiere a cuánto habría que reducir la producción y
el consumo. Desde la CAC se contempla como necesaria una reducción en el
Norte opulento hasta niveles sostenibles, mientras que en el Sur el PIB per cápita y
la producción deberían crecer hasta unos límites también sostenibles que les
permitieran cubrir sus necesidades básicas. Por su parte, el decrecimiento apuesta
también por reducir drásticamente en el Norte, pero no concibe como positivo el
aumento de la producción en el Sur sin más. Es preciso detallar que para Latouche
una disminución final del PIB o la huella ecológica en el Sur no es deseable, pero
tampoco apuesta por entrar en lo contrario: la sociedad del crecimiento. Pallante,
por su parte, confía en que las necesidades básicas puedan ser cubiertas sin
necesidad de producir más mercancías y por la tanto dejando estable o
disminuyendo el PIB.
El tercero de los debates se refiere a concebir el estado estacionario como una
meta deseable. La CAC -como muchos economistas ecológicos- sí contempla el
estado estacionario como referente válido de situación a la cual llegar. Tal estado
también era una meta para los autores que configuran el primer grupo. Este modelo
consiste en un estado de equilibrio en el que las sociedades podrían progresar y
aumentar su calidad de vida manteniendo, eso sí, una producción compatible con
los límites del planeta.
Como se explicó anteriormente, desde el decrecimiento se rechaza la posibilidad de
llegar a tal estado porque, aseguran, resulta ingenuo confiar en una estabilización
del capitalismo teniendo en cuenta que forma parte de su naturaleza la acumulación
indefinida. A ello se añade que el proyecto del decrecimiento propone un nuevo tipo
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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de sociedad, una “civilización alternativa”, algo que el estado estacionario no
propone.
En este punto, cabe mencionar una reflexión que hace Christian Kerschner respecto
a este debate. Según él, el rechazo que se hace al estado estacionario desde el
decrecimiento está mal planteado, pues se hace con una interpretación demasiado
estrecha de dicho concepto. Kerschner recuerda que la propuesta originaria de
Stuart Mill no reflejaba un modelo estático o eterno, tal como, según él, lo concibe el
decrecimiento. Por todo ello, este autor argumenta a favor de la compatibilidad de
ambos proyectos, explicando que un decrecimiento en el Norte permitiría llegar a un
estado estacionario global.
Por último, una gran diferencia a notar entre ambas líneas de pensamiento es la
naturaleza de sus propuestas. Desde la crítica actual al crecimiento se han
formulado grandes modelos alternativos que deberían sustituir al vigente. Estos
modelos, pese a buscar reformas del sistema actual, no conllevarían
necesariamente el cambio de su estructura general. En otras palabras, lo que se ha
propuesto desde la CAC son grandes recomendaciones dirigidas a la clase política
y económica para evolucionar hacia un modelo más justo social y ambientalmente.
Sería falso decir que el decrecimiento no ha hecho tal cosa: basta repasar los
escritos de Latouche y Pallante para encontrar sus respectivos “programas políticos
de decrecimiento”. Pero la fuerza en sí de este pensamiento no la caracteriza las
grandes soluciones, sino todo lo contrario. Para este enfoque, frente a un gran
problema no se debe ofrecer una gran solución sino muchas soluciones pequeñas.
Lo que ha caracterizado esta corriente es precisamente la llamada a la autoorganización
ciudadana y a la asociación en grupos que practiquen el decrecimiento
adaptándose a su entorno.
5.3 Reflexión final
Se puede concluir, respecto a las diferencias entre las críticas actuales, que la CAC
sirve más al desarrollo teórico y el decrecimiento, además del campo intelectual,
también representa una llamada a la acción. Sirva el siguiente ejemplo, un tanto
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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extremo pero bastante clarificador: mientras que el trabajo de Jackson se presenta
como la formulación de una “economía para un planeta finito”, la obra de Pallante
comienza hablando de los múltiples beneficios de hacerse el yogur en casa.
¿Son ingenuos los primeros al pretender que las clases dominantes lleven a cabo
grandes reformas? O ¿son muy ilusos los segundos al pensar que cambios en la
cotidianidad provocarán un cambio sistémico? Lo primero que hay que decir es que
después de cuarenta años de críticas a un modelo basado en el crecimiento, el
camino seguido por la humanidad no sólo no ha variado sino que ha incrementado
esta tendencia negativa. Además, no se han aplicado las recetas que se
propugnaban desde esta crítica. Ello nos debe hacer concluir que la simple crítica
teórica desarrollada hasta el momento había sido incapaz de frenar modelo del
crecimiento. Por lo tanto, ha resultado necesario un avance significativo en la crítica
al crecimiento. A mi entender, dicho avance ha sido aportado con gran acierto por el
decrecimiento.
Sin embargo, la aportación decrecentista no hace inútil las voces de la CAC, porque
para la transformación social es necesario el esbozo de nuevos horizontes a los
cuales dirigirse. El estudio, la concreción y el perfeccionamiento teórico de dichos
horizontes son trabajos muy valiosos que está aportando la CAC.
En definitiva, ambas líneas de pensamiento tienen su razón de ser y entiendo que
ambas ramas pueden complementarse bastante bien, aunque sus formulaciones y
propuestas puedan dirigirse a un público distinto. Por otra parte, al leer los trabajos
de unos y otros, uno se percata que son más los vínculos que unen sus
razonamientos que los que los separan. Sería erróneo decir que se trata sólo de
una discusión terminológica: en efecto el decrecimiento tiene una naturaleza que lo
distingue de otras corrientes críticas. Pero dado que es mucho lo que comparte con
otras, sería deseable para el bien de la teoría y para todo el mundo que el desarrollo
del pensamiento respecto al crecimiento tuviera la meta de mejorar y no de
distinguirse de otras corrientes cercanas.
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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Cuadro comparativo
Autor
Argumentación
principal
Crecimiento:
¿imposible o
indeseable?
Confianza
innovación tecnocientífica
Compatibilidad de su
propuesta con
sistemas politicoeconómicos
Enfoque
Propuestas de
solución
Informe
Meadows
Recursos y
población limitan el
crecimiento
Imposible
Los avances sólo
pueden retrasar el
colapso
Problema independiente
Ciencias
naturales
Políticas
preventivas
Schumacher
La economía
moderna es limitada
y contradictoria
Imposible e
indeseable
Importancia de la
dirección y la
pluralidad de
perspectivas
Mixto entre socialismo y
capitalismo
Interdisciplinar
Tecnología
intermedia y
economía budista
Georgescu-
Roegen
Ley de la entropía:
imposibilidad del
crecimiento ilimitado
Imposible
Representa el mito
de la economía
Problema independiente Bioeconómico
Programa
bioeconómico
Scitovsky Más riqueza no da
más felicidad
A veces
indeseable
La evolución
tecnológica
conlleva peligros
Problema independiente Psicológico
Replantear el
modo de vida, de
producción y
consumo
Hamilton
El crecimiento no
satisface muchas
necesidades y crea
problemas
Imposible ahora,
indeseable a
veces
Los avances
retrasan pero no
solucionan
Anticapitalista,
parcialmente socialista
Interdisciplinar
Sociedad postcrecimiento:
eudemonismo
Jackson
La prosperidad no se
puede basar en el
crecimiento
Imposible en su
forma actual.
Deseable en el
Sur
No solucionan en la
actualidad
Un capitalismo
reformulado
Económico y
ambiental
Macroeconomía
ecológica y
superación del
consumismo
Latouche
La sociedad del
crecimiento es
autodestructiva
Imposible e
indeseable
El problema es más
profundo
Anticapitalista, con
rasgos socialistas
Económico y
político
Sociedad del
decrecimiento: las
8 "r"
Pallante
El crecimiento
disminuye la calidad
de vida
Imposible e
indeseable
Eco-eficiencia con
reducción de la
demanda
Supera capitalismo y
socialismo
Interdisciplinar
Sobriedad y
autoproducción
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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Bibliografía
Libros
- MEADOWS D.H., MEADOWS D.L., RANDERS J., BEHRENS III W.W. (1972). Los
límites del crecimiento. Fondo de Cultura Económica, México.
- SCHUMACHER E.F. (1973). Lo pequeño es hermoso. Ed. Alkal, Madrid.
- SCITOVSKY T. (1986). Frustraciones de la riqueza. Fondo de Cultura Económica,
México.
- HAMILTON C. (2003). El fetiche del crecimiento. Ed. Laetoli, Villatuerta.
- JACKSON T. (2009). Prosperidad sin crecimiento. Ed. Icaria e Intermón Oxfam,
Londres.
- LATOUCHE S. (2011). En defensa del decreixement. Tres i Quatre, Valencia.
- LATOUCHE S. (2006). La scommessa della decrescita. Feltrinelli. Milano.
- PALLANTE M.(2009). La decrescita felice. La qualità della vita non depende dal
PIL. Ed. Per la decrescita felice, Roma.
Artículos
- KERSCHNER C. (2008). Economía en estado estacionario vs. Decrecimiento
económico. ¿Opuestos o complementarios? Revista Ecología Política nº35: 13-16
- UNCETA K. (2009) Desarrollo, subdesarrollo, maldesarrollo y postdesarrollo. Una
mirada transdisciplinar sobre el debate y sus implicaciones. Carta Latinoamericana
nº7: 1-34
La crítica a la economía del crecimiento. Yago Calbet
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- MARTÍNEZ ALIER J., PASCUAL U., VIVIEN F., ZACCAI E., Sustainable degrowth:
Mapping the context, criticisms and future prospects o fan emergent
paradigm. Ecological Economics nº69: 1741-1747
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